A las orillas de un inmenso mar turquesa...[Priv/Zero]

Habia llegado ya la época de vacaiones en la universidad de Esmerald Crys, aunque para muchos representaba un momento ideal para mi no era más que molestias puesto que no disfrutaba mucho tener demasiado tiempo libre,una noche calurosa decidí librarme de la rutina y de monotonos días en mi apartamento para entretenerme un poco más y el lugar que al parecer cumplía con los requisitos para una tranquila estancia eran las famosas islas de Etherion.
Emprendí el viaje, hospedandome en una cabaña que quedaba a poca distancia del mar, y tambien tenía muy cerca una nubli selva, repleta de humedad y vegetación.

Es un lugar muy hermoso...- dije para mi misma mientras miraba hacia el inmenso y basto océano color turquesa, la tenue brisa acariciaba todo mi ser, era algo agradable la verdad.

Camine un rato por la playa, lo hacia de una manera divertida y ridicula, arrastraba mis pies sin doblar las rodillas mientras miraba hacia abajo y reía levemente, era tonto, pero relajante de cierto modo.
Pare la caminata y nuevamente dirgi la mirada hacia el oceano, era tan llamativo y hermoso ademas el ambiente era el ideal, corrí hacia el mar y tome un refescante chapuzón, no muy largo, luego salí de las aguas y me dirigi nuevamente a la cabaña, esta, tenía un corredor que daba con la selva,tomé una toalla que estaba por ahi y envolvi mi cuerpo que se encontraba con poca ropa (swimsuit), seguidamente me senté en el suelo de madera del corredor mientras observaba la vegetación de la selva, sin el mayor percanse.

Que tranquilidad...- susurre.

Abrí mi bolsa de viaje y encontré un paquete de cecina seca, un vicio que tengo desde hace tiempo. Tomé una tira y comencé a masticarla, guardando el resto de nuevo. Respiré profundamente, el aire era cálido, tal vez demasiado para mi gusto, pero la selva era tupida y húmeda, y sus árboles antiguos, con mucha historia que contar.

Mis continuos viajes sin rumbo me habían conducido hacia las islas de Etherion, un lugar que todavía no había explorado en profundidad. Por eso me encontraba ahora en la soledad de aquella selva, perdido en mis pensamientos, en el aroma del aire y en el susurro de las hojas.

"Tengo el presentimiento de que algo va a suceder" pensé. Puse mi mano sobre el tronco de un árbol, notando la rugosa corteza, los árboles viejos siempre tienen razón. "Una persona... alguien interesante...". Una pequeña brisa me llegó desde el este y supe que era un presagio.

Caminé por la dirección indicada, observando el terreno. A penas unos metros más adelante se acabaría la vegetación. Cuando llegué allí el inconfundible aroma del mar me llegó, debía estar cerca de la playa. Lo segundo que me llegó fue un susurro que no pude entender.

"Tal vez me he desviado demasiado del camino" pensé, pues me encontraba frente a una cabaña. A unos pocos metros de mi, en un pasillo de ésta se sentaba una joven que tenía todo el aspecto de haber vuelto de la playa. "¿Será este el encuentro que presentí antes?", no me pareció a primera vista que la chica tuviese algo especial, más bien me llamaba la atención el lugar donde me encontraba. Tal vez me había metido en una propiedad privada, pero bien pensado ya estaba aquí, así que ya no había remedio. Sin embargo, podía ser que fuese algún lugar para turistas y en ese caso podría serme muy rentable.

— Siento haber irrumpido así, creo que me he desviado del camino — le hablé a la chica, acercándome unos pasos. Solo esperaba que no fuese a ser de las que se asustan a la primera de cambio —. ¿Eres la dueña de esta cabaña?